Mismo reflejo

Tenía 28 años cuando me convertí en padre de familia. Por lo menos desde mi punto de vista, quería tener un hijo que pudiera amar, moldear, y formarlo para que fuera una mejor versión de mí mismo. Mi hijo sería más atlético, un tomador de riesgos inteligente, extrovertido y elocuente que transcendiera mis atributos personales. Recuerdo haberme dicho a mí mismo, “voy a moldear a este hijo de la mejor manera posible para que puede prosperar y florecer en formas que yo no tuve la oportunidad de”. Paulito cuando nació, en apenas dos años me di cuenta de que la familia es una responsabilidad enorme; quizás el trabajo más duro que existe en el planeta. Cuando Paulito tenía apenas 3 años de edad, yo ya había llegado a un limite y fue cuando recibí una señal reveladora.
Una tarde, mientras conducía del trabajo, mi hijo lloraba incesantemente en el asiento trasero del auto. Le daba un juguete, luego otro, y luego una botana pero Paulito no dejaba de llorar. Entonces procedí a estacionarme en un estacionamiento para nalgueármelo porque su llanto se convirtió en una frustración intolerable y creía que necesitaba llorar por una razón ya que él no dejaba de llorar ni aún cuando lo trataba de consolar. Al día siguiente sucedió lo mismo. Estaba a punto de detenerme otra vez para nalgueármelo, cuando de repente escuché, entre su llanto, “canta papi, canta papi, canta papi”. Le pregunté si quería cantar y asintió en acuerdo con su cabecita. Me sentí horrible después de ese día. Reflexioné sobre mis acciones y supe que yo había cometido un error, un terrible error. Puse el coche en movimiento procediendo a través de la luz roja, en ese instante me di cuenta de que no poseía las herramientas necesarias como padre para navegar ese entorno con mi hijo. No supe qué pensar de mí mismo, estaba envuelto en todo tipo de emociones. Desde ese día yo sabía que tenía que aprender otras maneras de ejercer o crear una conexión con nuestros hijos . El primer paso de transformación fue tomar una clase sobre la crianza de los hijos.
Durante las primeras clases sobre la crianza de los hijos, aprendí que la manera en que cómo nos habían criado desde la niñez tiene un impacto significativo en cómo nosotros ejercemos nuestro rol de padre . Según el Dr. Daniel Siegel en Crianza desde el interior hacia fuera, dice “Si usted tuvo una infancia difícil, pero ha llegado a dar sentido a esas experiencias no está limitado a volver a crear las mismas interacciones negativas con sus propios hijos. Sin tal entendimiento o consciencia, sin embargo, la ciencia ha demostrado que las interacciones entre familia se vuelven a repetir, y los patrones negativos en las interacciones familiares se transmiten a través de las generaciones”. En otras palabras, yo necesitaba dar sentido a mis experiencias de mi niñez y cómo esas experiencias le han dado forma y sentido a mi propia vida. Por primera vez en mi vida tuve que detenerme y reflexionar en la manera en que yo había sido criado desde mi niñez. Así que me pregunté, ¿cómo mi crianza infantil tuvo efecto en la persona que soy hoy en día? Empecé a pensar acerca de mis experiencias de la niñez y en cómo fui disciplinado.
Cuando era niño, crecí en un lugar sin expresión propia, hacía lo que mis padres me dijeran y si no obedecía me nalgueaban, me daban un cintariza o una azotada con el látigo del caballo. Incluso en la iglesia nos decían, “si no son buenos chicos se irán al infierno y se quemarán en las llamas del diablo por toda la eternidad, por eso sean buenos niños”. Al crecer, no había espacio para la autoexpresión. Si me atrevía a expresar mis emociones habría consecuencias. A veces ni siquiera podía llorar porque el llanto era visto como una forma de debilidad, llorar era algo que sólo las niñas hacían. En la escuela y con los amigos esta perspectiva era reforzada, era la norma. Hubo momentos en que me lanzaba una “rabieta” porque mi mamá no preparaba la comida que me gustaba, y luego me daban una azotada para que al menos tuviera una razón para llorar (¿suena familiar?).
Mi casa era una dictadura donde mi padre tenía la última palabra, y su palabra debía ser obedecida. No me malinterpreten, incluso entonces yo sabía que mi padre tenía las mejores intenciones para mí. Quiero mucho a mi papá y sé que mi papá me ama mucho. En muchas ocasiones, una vez que ya habíamos sido nalgueados o azotados, mi papá nos decía–“los disciplino de esta manera porque los quiero mucho”. Y nosotros le decíamos–“si nos amas mucho, ¿por qué nos nalguea o nos azota con el cinturón?” Mi papá decía–“esta es la forma en como se debe hacer”. Hoy reflexiono y pienso, mi papá estaba haciendo lo mejor que podía en la forma y manera que él aprendió.
Mientras me sentaba en la clase de crianza de los hijos y reflexionaba sobre cómo yo había sido disciplinado, me sentí avergonzado de mí mismo. Me di cuenta de que estaba infligiendo el mismo dolor que experimenté como un niño en mis hijos. Cuanto más pensaba en la manera en que yo estaba criando a mis hijos, las cosas que les decía, la forma en que exigía respeto, la forma en que reaccionaba hacía ciertas “desobediencias”, peor me sentía. No estaba superando a mi padre; yo era su mismo reflejo. Esa comprensión, aunque desgarradora a la vez, era lo que necesitaba concluir para comenzar el próximo capítulo de mi historia parental.
Si aún no lo has hecho, espero que estas palabras te inspiren a reflexionar sobre tu propia crianza. El reflexionar ha hecho una gran diferencia en la crianza de nuestros hijos. No te olvides de suscribirte si aún no lo has hecho y no dudes en compartir si crees que este blog puede ayudar a otro padre en su viaje parental.
En solidaridad,
Paulo
PD- Si usted vive en el área de Los Ángeles y está buscando una clase sobre la crianza de hijos, hemos incluido el enlace a ECHO Parenting que fue donde tomamos nuestra clase sobre la crianza de hijos. ¡Échele un vistazo!
28 febrero, 2017 @ 11:19 pm
Wow…. me quede helado, Paulo. Por un momento pense que estaba leyendo un libro de metafisica y auto ayuda….. well done!
1 marzo, 2017 @ 6:28 am
Omar, gracias por tus palabras alentadoras. Espero que mis reflexiones y prácticas, no nomas sean de ayuda personal, pero que muchas otras personas se puedan relacionar. Gracias